“No queda nada de los pinos centenarios”
Un grupo de jóvenes de Chulilla luchó contra las llamas hasta que la Guardia Civil amenazó con detenerles
Ferran Bono
Villar del Arzobispo
24 SEP 2012
“Ha sido horrible, el humo no nos dejaba ver nada”. Carlos Martínez y
Amparo Esteve, de 30 años, tiene un bebé de seis meses y han pasado la
noche en el instituto de Villar del Arzobispo, desalojados de Chulilla.
“Me he ido de casa porque tengo un bebé”, asegura Amparo, “si no, no me
voy”. Carlos es amigo de José, el joven que lanzó la primera alerta por
las llamas a las 16.00 horas del domingo. Cuando fue avisado, corrió a
la finca de José para intentar atajar las llamas. Carlos, José y otros
vecinos del pueblo se armaron con azadas y palas para intentar detener
las llamas que devoraban la maleza y se tragaban el bosque. “Estoy
desolado”, comenta Carlos, “el paraje de La Pelma, donde hay pinos
centenarios que se salvaron del último incendio en 1994, ha quedado
arrasado, no ha quedado absolutamente nada”. Carlos, José y sus amigos
solo se retiraron a las once de la noche cuando la Guardia Civil les
amenazó con detenerles si no desalojaban la zona de inmediato.
Juan Mira, de 82 años, y su esposa Isabel, de 78, también han pasado la noche en Villar del Arzobispo. “Vinimos en un autobús enorme y no hemos pegado ojo. No me han dejado tiempo ni para coger el peine”, lamenta Isabel. “Solo he podido coger mis medicinas”, añade y muestra una bolsita llena de medicamentos.
Begoña, vecina de Andilla, localidad afectada por el incendio desatado en la misma comarca a finales de junio pasado, trabaja como voluntaria atendiendo a los desalojados que llegan a Villar del Arzobispo. “A lo que no hay derecho es a lo que se está haciendo con esta comarca”, dice indignada, “hay dinero para la fórmula 1, pero no hay nada para limpiar la maleza ni para llevar rebaños a los montes. El viento es el viento, pero si los montes estuvieran limpios las llamas no avanzarían tan deprisa”.
Pero el viento fue muy fuerte. "Parecía un lanzallamas". Teresa Yuste y su padre avanzan esta mañana desde Chulilla hasta Bugarra para comprobar los daños que han sufrido los campos que poseen en los términos municipales de ambas localidades. "Se han quemado varios olivos y algarrobos", comenta Teresa. Los campos están labrados y limpios de maleza, pero la fuerza del viento, que llegó a alcanzar los 70 kilómetros por hora en algún momento de la noche, provocó auténticas "lenguas de fuego que lo han arrasado todo". "Parecía un lanzallamas", repite el padre de Teresa al volante. "Hay un algarrobo atravesado en la carretera". "Esta todo negro", lamenta Teresa. "El incendio empezó a media tarde del domingo. Al principio la gente no quería ni irse del pueblo, pero en apenas una hora las llamas habían avanzado muchísimo", comenta. "Tengo frente a mí un frente activo de unos tres kilómetros entre Chulilla y Bugarra", relata Teresa.
Fuente el Pais.
Juan Mira, de 82 años, y su esposa Isabel, de 78, también han pasado la noche en Villar del Arzobispo. “Vinimos en un autobús enorme y no hemos pegado ojo. No me han dejado tiempo ni para coger el peine”, lamenta Isabel. “Solo he podido coger mis medicinas”, añade y muestra una bolsita llena de medicamentos.
Begoña, vecina de Andilla, localidad afectada por el incendio desatado en la misma comarca a finales de junio pasado, trabaja como voluntaria atendiendo a los desalojados que llegan a Villar del Arzobispo. “A lo que no hay derecho es a lo que se está haciendo con esta comarca”, dice indignada, “hay dinero para la fórmula 1, pero no hay nada para limpiar la maleza ni para llevar rebaños a los montes. El viento es el viento, pero si los montes estuvieran limpios las llamas no avanzarían tan deprisa”.
Pero el viento fue muy fuerte. "Parecía un lanzallamas". Teresa Yuste y su padre avanzan esta mañana desde Chulilla hasta Bugarra para comprobar los daños que han sufrido los campos que poseen en los términos municipales de ambas localidades. "Se han quemado varios olivos y algarrobos", comenta Teresa. Los campos están labrados y limpios de maleza, pero la fuerza del viento, que llegó a alcanzar los 70 kilómetros por hora en algún momento de la noche, provocó auténticas "lenguas de fuego que lo han arrasado todo". "Parecía un lanzallamas", repite el padre de Teresa al volante. "Hay un algarrobo atravesado en la carretera". "Esta todo negro", lamenta Teresa. "El incendio empezó a media tarde del domingo. Al principio la gente no quería ni irse del pueblo, pero en apenas una hora las llamas habían avanzado muchísimo", comenta. "Tengo frente a mí un frente activo de unos tres kilómetros entre Chulilla y Bugarra", relata Teresa.
Fuente el Pais.
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